Comienza a caer una inesperada y
copiosa lluvia de primavera, te tomo de la mano y corremos entre risas, besos y
saltos, intentando esquivar los pequeños charcos que comienzan a formarse.
Cruzamos la calle zigzagueando entre los autos, la lluvia se desata y esta
vereda no tiene ningún lugar donde refugiarse, intentamos correr más rápido,
nos detenemos, veo tus ojos que brillan mientras el maquillaje corre bellamente
por tu rostro, y la ropa pegada al cuerpo revelando tus sensuales formas,
lanzamos carcajadas y nos vamos relajamos.
Llegamos a nuestro edificio y volamos
al ascensor, mientras se cierra la puerta comenzamos a besarnos tan profundamente
como si fuera el último beso de nuestras vidas. Subes una de tus piernas
abrazándome con ella, aprovecho su inclinación para meter mi mano bajo tu falda
y acariciar y apretar tu culo, rozando con la punta de mis dedos tu sexo,
mientras con la otra mano te aferro hacia mi, comiéndote la boca y el cuello.
Pasan un, dos, tres, cuatro, y no se cuantos pisos, permitiéndonos amarnos
mientras nos lleva hasta nuestro refugio. Salimos rápido del ascensor con tu
blusa y mi camisa desabrochadas, no paramos de besarnos, saco la llave, abro la
puerta y tú me empujas con un gran beso hacia adentro… vamos dando tumbos por
las paredes mientras nos desvestimos, acariciamos, mordemos y besamos. Las
cortinas están abiertas permitiendo que cualquiera nos vea, pero no nos
importa, es más le da un aliño extra a esta vorágine de gozo, somos presa
complacida de nuestro amor, todo corazón es un cazador solitario, y nosotros
nos devoramos volviéndonos solo uno. Te levanto sentándote en el respaldo del
sofá, desabrocho mi pantalón y te penetro tan profundo como es posible,
pudiendo sentir en ese mágico camino todo el fuego placentero que guardas para
mi, chupo tus pezones mientras tus caderas bailan con mi falo, nos movemos tan
intenso que el sudor nos recorre y nos une, subo tus piernas y las cruzas
alrededor de mi cuello, y guiado por la humedad de tu vulva meto mi miembro en
tu culo. Que placer, que voluptuosidad divina, sentir como me exprimes desde lo
más hondo de tu pasión. Mientras mi sexo se vuelve como un fierro que crece y
crece gracias a tu lujuria, te dejas caer por el respaldo del sofá gimiendo de
forma tan exquisita que me vuelves vicioso y potente. Nos revolcamos por la
alfombra regalándonos todos los placeres que sabemos nos gustan, y no se
cuantas horas han pasado, pero me encanta que seamos libertinos insaciables desde
nuestro auténtico amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
susúrrame tus pensamientos...