Este calor me hizo ir al cerro, tal vez la naturaleza me
refrescaría, y que mejor en un Santiago vacío que verlo desde arriba. Cuando
llegue al teleférico habían tres personas listas para subir. Una madre, su hija…
y tú...
En el momento en que íbamos a subir, la pequeña se puso a
llorar y prefirieron quedarse abajo, quedando repentinamente sólo nosotros dos.
Suavemente comenzamos a mirar Santiago, el momento nos hizo tener cierta
timidez, por lo que nos limitábamos a mirar el espectáculo. De pronto el
teleférico se tambaleó, perdiste un poco el equilibrio y te fuiste hacia atrás
tocando mi mano y chocándome un poco, lo suficiente para sentir que mi miembro
estaba duro por ti... sonreíste lujuriosa y continuamos viendo el paisaje como
si nada. Pero de nuevo tambaleó y esta vez aprovechaste el impulso girando
rápido y abrazándome muy fuerte, y sin pensarlo ni por un segundo comenzaste a
besarme y a tocar mi miembro duro por sobre el pantalón... yo apreté tu culo
fuerte levantando tu mini falda y con el movimiento jugando por debajo de tu
pequeño calzón... a los pocos minutos que bajaste mi cierre y me masturbabas, no
soporte más bajando por tu cuerpo mientras nos besábamos y acariciábamos
intensamente, te empuje hacia el asiento, baje más, corrí tu calzón y comencé a
besar y lamer tu sexo penetrándote con mi lengua y acariciando tu perla...
lengua y dientes eran el causante de tus gritos voluptuosos...
Paso otro teleférico junto a nosotros pero a mi no me importaba,
sólo quería beber más de tu sexo, y a ti tampoco y gritabas sin verguenza de tu
goce. Me levante y tú con toda la ropa abierta y excitada comenzaste a
chupármelo como si fuera tu más delicioso caramelo... como tu chupete de niña
traviesa, con todo tu calor no pude más y explote mi placer en tu boca y
cara... y así con toda mi leche en tu rostro te pare, gire y comencé a
penetrarte... ambos disfrutando de Santiago, el gran testigo de nuestra lujuria
desenfrenada. El calor de tu sexo me exprimía, pero mi miembro en vez de volverse
pequeño por la intensidad, se agrandaba más y más y tú gritabas emitiendo el
sonido más bello que pueda existir...
Volviste a acabar y yo también, pero ahora derrame mi leche
en tus nalgas duras. El viaje ya terminaba pero nosotros no, no podíamos parar y
cada vez estábamos más y más cerca. Ya no quedaba tiempo y seguíamos, hasta que
casi llegábamos y mucha gente nos veía... me subí el pantalón y tú arreglaste
tu ropa. Te ayude mientras te limpiabas mi leche con la mano, y al mismo tiempo
que lo hacia, metía mis dedos en tu boca para que la lamieras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
susúrrame tus pensamientos...