Lejos de bocinas, tacos, y
toneladas verticales de hormigón, acabamos de arribar al campo, la esperada
belleza natural, indómita y liberadora. Brisas que atraviesan por cada uno de
mis poros, respiración profunda que limpia el envilecimiento de la sociedad,
mirada que no termina de viajar a través del inagotable horizonte, por fin paz.
Nuestro refugio, recordando tiempos de aventura, es una carpa iglú ideal para
mis dos amigas y yo, un oasis de armonía, encanto y feromonas. Algunos metros
hacia el este corre un pequeño riachuelo, y junto a nuestra carpa por un lado
una simpática familia y por el otro una pareja que hemos distinguido bañándose a
lo lejos. El lugar es vasto y todos nos deleitamos en una porción de este
paraíso.
El atardecer nos cubre con su
manto naranja reuniendo a todos los visitantes junto al fuego, espontáneamente
se nos unen padre, madre y sus dos pequeños, conversamos y reímos junto a
ellos, son del norte muy extrovertidos, divertidos y empáticos, mil anécdotas
que repasar sobre todo mientras vemos avanzar los minutos navegando en algunas copas
de vino. Vuelve la pareja de un paseo sumándose con más risas, historias y
bebidas, cae la noche, los niños se van a dormir y luego de momentos de arrullo
vuelve la madre deseosa de más relajo. Hojas de eucaliptos que chocan
arropándonos con su perfume, zarzamoras impregnándonos de dulzura, agua pura
que baja por misteriosas rutas desde la cordillera, naturaleza plena que nos regala
una nueva vida, es de noche y estamos felices. Inmersos en alegría alguien
propone ir al agua, y entre gritos y risas todos aprobamos la idea, salvo el
matrimonio que por razones obvias se excusa despidiéndose entre abrazos y besos.
Cada cual toma sus vasos y copas, y nos vamos al riachuelo.
Cuanta energía, la naturaleza nos
carga y nosotros somos transmisores entusiastas de su sabiduría. Aunque el agua
no alcanza a cubrir nuestras piernas, nos lanzamos entre juegos, piruetas, y
estimulantes roces. Una de mis amigas se sumerge saliendo de súbito del agua,
cae en mis brazos y me da un gran beso, momento en que la otra llega por mi
espalda reuniéndose en el abrazo y el beso, nos reímos muchísimo, explosiones
de agua, fiesta, naturaleza, y la pareja que nos acompaña no se queda atrás,
giran, brincan, cantan, con pequeños zambullidos se unen a nosotros, entre
todos nos lanzamos agua disfrutando chispeantes momentos, a ratos nos detenemos
y conversamos para que alguno comience el juego de nuevo, repentinamente entre
el festejo por primera vez me fijo en ti, si tú… bella, efervescente, luminosa
como mi estrella en el cielo negro, cuando puedes tú también me miras, no como
se mira esta conmovedora naturaleza, si no como el reencuentro de almas que se
pertenecen… sólo un pequeño detalle, estás con tu novio. Luego de emancipados y
largos minutos mis amigas salen del agua, seguidas por tu pareja que te llama,
toma tu mano y te lleva lejos del agua, mis amigas me llaman y nos vamos todos
riendo hacia las carpas. Al llegar nos quedamos un tiempo junto al fuego, una de
mis amigas se va a dormir, la otra me da un beso susurrándome que las siga, y lo hago…
tú y tu pareja se quedan.
No puedo dormir, salgo de la iglú
sentándome a pensar contemplando las brazas, a los pocos minutos tú también
sales, te sientas junto a mi, nos miramos, cruzamos un par de palabras para
inevitablemente comenzar a besarnos, los sentimientos van y vienen como las
nubes, quedándose con nosotros los más excitantes y placenteros. Te tomo de la
mano y nos internamos en el campo, altos y extensos pastizales, giramos con
abrazos y besos, corremos, reímos, atravesamos un pequeño bosque hasta alcanzar
una pradera con aromáticas flores silvestres acostándonos en su nido. Acabo de
nacer a la intensidad de los sentimientos… abro los ojos, me haz traído a una
nueva vida, suavemente te penetro con movimientos cada vez más profundos y
veloces, exploro toda tu piel descubriendo extasiado tus núcleos de placer, festejo
con tus pezones, muerdo y lamo tu cuello, oídos, hombros, pechos, te aferro a
mi queriendo ser uno, los movimientos son lujuriosamente violentos haciendo
flotar pétalos sobre nosotros… mi lengua rasposa baja hasta tu sexo, y con
delicadeza se mueve esclava de sus latidos, humedad y abultamiento, me meto
entre tus labios bañando mi rostro desenfrenado, lo recorro completo llegando
hasta tu ano, para volver a subir quedándome hechizado en tu pequeño y duro
órgano carnoso… me tiras del pelo subiéndome hasta volver a besarme, los
pájaros comienzan a cantarnos, el amanecer nos ilumina, me paro para distinguir
a donde estamos, gracias a mi gesto te sientas lamiendo mi falo, cierros los
ojos y disfruto la tibieza del tierno sol y el confortable fuego de tus labios,
tomo una de tus manos poniéndote de pie, alzo una de tus piernas hasta mi
hombro para volver a estar duro dentro de ti, con nuestro movimiento decenas de
pájaros vuelan, mientras entro y salgo de tu interior aprieto tu culo deslizando
mis dedos hasta lo más hondo que puedo de tus entrañas, me inclino levemente
para besar como súbdito tus pezones, tus senos, tu vientre, tus brazos, tus dedos,
qué es este éxtasis que nos ama, que sale de ninguna parte, de todas partes, una
avalancha de perversión y ternura… mi dulce amor, por fin.
hermosísimo!
ResponderBorrar